"Pandemonio, es una ciudad en la que deambulan Las Voces y en la que se aguarda eternamente al huésped, sea digno o indigno, sea bueno o malo. En su interior apretujados caídos revolotean en una sola carne, dispuestos a saltar al primer navío disponible, como una fuga de agua caliente.
Solo tendrás un segundo para decidir: Leer el Manual de la Naturaleza Doble, y dar la vida; o ser otro para siempre" El capitánTulik; José R. García.

domingo, mayo 01, 2011

Sobre la deshonrosa VENTA del saber.

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Normalmente estamos acostumbrados a pagar por el conocimiento de las cosas, sin embargo lo único que se logra es alimentar un sistema que alienta la prostitución del saber, y con esto su más alta deshonra. El filósofo hecho y derecho y no de juguete, es el que ofrece su saber gratuitamente, ya que la sabiduría no es una propiedad privada ni nada parecido. El amor a la sabiduría, es el amor a la verdad, y la venta de conocimientos es precisamente la oposición radical a este amor; los sofistas nos siguen pisando los talones.

"Antifón: Yo creía que la filosofía hacía feliz, así que lo que tú practicas, más me parece lo contrario. Comes y bebes mal y tienes un mismo y miserable manto para el verano y para el invierno. No vives elegante y libremente y lo que yo creo que eres es maestro de la mala suerte.

Sócrates: Tú crees que yo vivo mal, pero fíjate: Como no cobro dinero, hago lo que me parece sin que nadie me pueda exigir ni obligar, y me conformo con poco, no necesito más. Mi salsa es el hambre, lo que da sabor al agua que bebo es mi sed. Porque tú ingenuamente crees que la molicie y lo caro es la felicidad, mientras que yo ya se que lo divino es no necesitar nada. Yo no quiero necesitar de nada.

Antifón: Admito que eres justo, pero lo que no eres es sabio. Regalas tu enseñanza y no la aprecias en su valor, y como no estimas en nada lo que te podría valer dinero, pues no eres nada sabio.

Sócrates: Yo creo que la sabiduría y la flor de la edad son por el estilo: Si llamamos prostituido a quien vende la flor de su edad, habrá que llamárselo también a quien vende la de su sabiduría. Y la gente les llama a los tales algo así: Sofistas. Yo no quiero dinero, sino amigos, y con dar mi ciencia gano amigos, con lo que no pierdo nada."