En el reinado del etílico
Reconozco tu insistente triunfo.
Viendo tus labios deslizarse en el cigarro que enciendo…
Tus nalgas que provocan no sabes cuánto y el lápiz labial,
Para el don nadie que te probará mientras
Me inundo detrás de ésa puerta.
Escucho en el impulso, postrado en el
Suelo de una discoteca, el ronquido de la fornicación.
Y Fiera, sé que me quieres amar
Como amé las tiras del campo abundante,
Como amé las razas calientes por la mina que resuena en mis testículos.
Alguna vez te deseé,
Es cierto,
Como se desea la hermana
Que despierta en la pubertad sudorosa,
(Lustrosa baqueta que con ternura
Saluda mis noches de rojos leds)
Y Comprendo las malditas cargas de neón solemne,
Mi cerebro que no responde lo que ordenan las neuronas de mis
Nebulosas manos…
Te beberé de mi estómago!,
como el carajo que he extraviado
Y que reconozco en las botellas,
Las franjas rojas que recurren en el baile,
En la sinfonía de tu sexo, dichoso, afanoso, perenne, putrefacto, y
Meticulosamente perfecto.
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