Soy el rastro de los rojos y azules dragones,
y de las serpientes que curan mi sangre de risa,
El pueblo sale de las casas con callos en los dedos, y es
asqueroso sondear los papeles convertidos en ratas.
Dedicado a los cuellos intensos de los detectives.
Un balón sin paredes de líquido de hielo:
mi severidad! mi flojera! tantos ramilletes incendiados,
conocido de pocos,
rebelde de mis padres.
No escogí ser caracol, sarterío de impulsos.
Me plantan en las tarbernas y en los tallos,
crezco solamente besado, en los poros de las frutas recién nacidas.
Por los autos y las veredas y las rarezas,
se va saltando con la mano receptiva, mercurio
de trabajo forzado... Debo de escupirle a las armas.
Somos campesinos entonces...
Se eleva una selva de edificios y marfil sabiondo,
sueño y despertar, tratando de deshechar siendo campechano.
¡Vine de ésas cavernas de dinosaurios!,
obligado por el difunto
-¡Sacrificar el pecho por el pecho!
y todos los pergaminos y lapiceros,
de suspiros poblados hasta reventar como diente de león.
En esa curva explota el barril de cerveza
y cae la cabeza de mi hermano, rodando:
¡Hay que beber!
¿Cuántos tajos me hizo el coyote?
¡Hay que beber por el agua de María, de sus fuentes rotas!
Vine de ésas cavernas de dinosaurios...
cavernas éstas de luz,
y la moral me sale de las tripas, como rayo macho.
moral del universo y de los órganos sexuales.
Y creo, que también soy una niña! El huarango
y los caracoles que sorben los caminos en vez de andarlos,
mi propia morada en el seno de cada piedra.
-¿Ahora qué acrobacia es elegante?
Escribir en el armatoste de las plumas,
verdadero como el lobo cuando caza a las niñas y las viola,
la entonación del ojo ante la proximidad de la filosofía y la muerte.
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"Pandemonio, es una ciudad en la que deambulan Las Voces y en la que se aguarda eternamente al huésped, sea digno o indigno, sea bueno o malo. En su interior apretujados caídos revolotean en una sola carne, dispuestos a saltar al primer navío disponible, como una fuga de agua caliente.
Solo tendrás un segundo para decidir: Leer el Manual de la Naturaleza Doble, y dar la vida; o ser otro para siempre" El capitánTulik; José R. García.
martes, mayo 10, 2011
Caracol
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