Resumen:
Kant impone límites al poder de la razón, ya que según él solo captamos el fenómeno de las cosas, más todas las cosas contienen una estructura no perceptible por la razón llamada “noúmeno”; luego entonces, de conocer las fronteras de la razón en su aspecto teórico, comienza el estudio de los poderes de la razón en su aspecto practico en su libro titulado: “crítica de la razón práctica”. Ahora Kant plantea que la razón no solo es solo una facultad del conocimiento, sino que también regula nuestras acciones dado la existencia de un elemento a priori, que es la voluntad para cumplir el deber.
Dado que Kant plantea que la razón pura contiene un motivo práctico, que es determinante de la voluntad, hay que entender qué es lo que hace que esto sea posible.
En primer punto, Kant plantea que existen principios prácticos; subjetivos, cuando responden a la voluntad racional de solo una persona y objetivos o leyes prácticas, cuando obedecen a la voluntad racional de todas las personas; esta última nos dice Kant, está ligada al campo de la moral. Los principios prácticos subjetivos son solo principios y los principios prácticos objetivos, son imperativos, y en este sentido, los divide en dos: hipotéticos, cuando son medios para un fin que puede ser posible o real y no sirven por sí solos para la determinación de la voluntad; y categóricos, cuando el fin es real y determinan la facultad desiderativa de manera inmediata. Un ejemplo de imperativo categórico es: “obra según una máxima que sea susceptible de convertirse en una ley universal”; éste es el imperativo sobre el cuál descansa la conducta moral.
Es importante destacar que para Kant la acción en sí misma no debe de ser tan importante como la causa de la acción, es por esto que analiza a fondo los principios por los cuáles la acción es provocada.
Las máximas figuran bajo el principio universal de la propia felicidad, para Kant un hombre que actúe moralmente bajo las leyes prácticas objetivas, puede ser un hombre “bueno” pero no necesariamente feliz o infeliz. El conocimiento de la felicidad descansa en meros datos materiales de la experiencia y sentirse feliz o no, es algo que responde a cosas muy subjetivas; por consiguiente, la ley moral tiene que ser algo distinto al principio de la propia felicidad
En la “Crítica de la razón práctica” Kant postula que el bien supremo pertenece al mundo de la moral como meta de sus anhelos y para alcanzarlo la razón tiene formular tres principios: libertad, inmortalidad del alma y Dios. Mediante estos postulados las ideas de la razón pura, a partir de la ley moral, se transforman en realidades objetivas aunque no sea demostrable que su concepto sea correspondiente con un objeto. Hay que resaltar que la felicidad está presente como el fin del proceso que conduce al bien supremo; la moral pues, nos prepara para llegar a la felicidad; sin embargo, hay que tener en cuenta que el ser humano debe de actuar para hacerse digno se la felicidad, pero no aspirar a ella; es decir, debe de comportarse moralmente no por anhelo de la felicidad que está como fin del proceso que conduce al bien supremo, sino por el deber mismo hacia las leyes morales.
Comentario:
Me parece interesante el hecho de que Kant, a pesar de otorgarle un valor importantísimo, no niegue que el hombre no es un ser puramente racional sino que tiene emociones que influyen en sus determinaciones. Es interesante también el hecho de que Kant vea a la felicidad como algo subjetivo.
Es brillante el hecho de que Kant plantee que su crítica de la razón, tanto práctica como teórica es llevada a cabo por la misma razón; es decir, que la razón se auto examina; y esto es obvio puesto que la única capaz de analizar algo racionalmente, es precisamente la razón. El intento de Kant de buscar principios universales es destacable, sin embargo, el hecho de que estos principios no aparezcan con claridad causa que su planteamiento no me termine de convencer.
Me parece que Kant, en su planteamiento, no toma en cuenta el grado de imbecilidad, masoquismo y absurdo que el ser humano puede alcanzar en determinadas situaciones.
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"Pandemonio, es una ciudad en la que deambulan Las Voces y en la que se aguarda eternamente al huésped, sea digno o indigno, sea bueno o malo. En su interior apretujados caídos revolotean en una sola carne, dispuestos a saltar al primer navío disponible, como una fuga de agua caliente.
Solo tendrás un segundo para decidir: Leer el Manual de la Naturaleza Doble, y dar la vida; o ser otro para siempre" El capitánTulik; José R. García.
jueves, diciembre 10, 2009
Ficha: Inmanuel Kant - "Crítica de la Razón Práctica" [Resumen y Comentario]
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Filosofía
Un análisis sobre Meursault
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Literatura
El personaje principal de la obra “el extranjero” de Albert Camus, sin duda es uno de los personajes que más me han atraído del mundo de la literatura, tal vez en cierta medida porque me siento, en parte, identificado con él.
Meursault pues, posee una forma de ser que es contraria al comportamiento “correcto” que estipula la sociedad absurda que lo envuelve; el personaje de la obra de Camus está en medio de un sistema que le es ajeno, que actúa de manera absurda y exige a los sujetos que vivan al margen de estas reglas ridículas que no toman en consideración la verdadera dimensión del ser humano.
Meursault no es una persona en lo absoluto incapacitada para sentir, durante el desarrollo de la obra da muestras emotivas que niegan que sea un ser desprovisto de sentimientos “por primera vez desde hacía muchos años tuve un estúpido deseo de llorar porque sentí cuánto me detestaba la gente”, “…cierta hora en la que ocurríame sentirme feliz”; es claro que los sentimientos de Meursault, su modo de sentir, posee un carácter extranjero frente a la mirada de las personas que lo rodean, es esta incompatibilidad e incomprensión, lo que puede causar que se lo juzgue como un ser carente de emociones.
Meursault tampoco es ajeno al mundo de los placeres, es decir, que no es un ser en lo absoluto, incapacitado para el goce placentero. Las relaciones que establece con otras personas tienen en cierta medida un tinte de conveniencia, por ejemplo, la relación que mantiene con María, la mantiene porque le genera placer, es claro que no ama a María, pero que ama el placer que ésta le genera; extraña el goce sexual que ella le brinda. Meursault disfruta de placeres diversos, y su vida gira, en cierta medida en torno a ellos; para comprobar esto basta con leer el siguiente extracto de la obra “Después volví a casa, dormí un poco porque había bebido demasiado vino y, al despertarme, tuve ganas de fumar. Iba retrasado y corrí para subirme a un tranvía. Trabajé hasta la tarde. Hacía mucho calor en la oficina, y cuando salí, al atardecer, gocé viniendo lentamente a lo largo de los muelles. El cielo era verde y me sentía contento. Con todo, volví directamente a casa porque quería hacerme patatas cocidas”. En el extracto se aprecia una persona que actúa conforme al placer, así, bebe en exceso, fuma, goza al caminar hacia su casa y al momento de contemplar la naturaleza. El comportamiento de Meursault entonces, está dotado de unos sentimientos que se mueven con un carácter extranjero y de una sensibilidad por los placeres bastante alta.
Muchas de las acciones de Meursault están pues, como ya vimos, vinculadas a un cálculo placentero, este cálculo dentro de su conducta puede pasar desapercibido y entenderse a Meursault como un sujeto cuyo actuar no obedece a su constitución humana, es decir, que su actuar no se rige por cuestiones que normalmente influyen en el actuar de una persona, como por ejemplo, sentimientos, placeres, etc; entonces, si Meursault posee sentimientos y disfruta de placeres, y que con esto, no es indiferente de los más básicos requisitos para no ser considerado un robot o un extraterrestre; ¿qué es
lo que lo convierte en un extranjero?; la respuesta es obvia: sus sentimientos como su cálculo para el placer, no son concebidos como naturales y adecuados por la sociedad que lo observa. Extranjero de las costumbres, de sentimientos (sus sentimientos son también extranjeros), rechazado por colocar muchas veces al placer como un fin; Meursault vivirá, y será condenado.
La muerte entonces, llega como una condena que ejerce la sociedad ante un monstruo, que genera repulsión y susto. Meursault no se arrepiente de ser como es, y no habría porqué hacerlo, y como vimos, tampoco está en capacidad de hacerlo, puesto que para arrepentirse tendría que sintonizar con un modo de ser que él no comparte.
Al final, cercano a su muerte, hace memoria de su vida y no niega el hecho de haber sido feliz: “(… )sentí que había sido feliz y que lo era todavía”. Meursault entonces es feliz, pero la felicidad que posee no obedece a dogmas religiosos, ni a la realización de ciertas conductas impuestas por la sociedad, ni a un deber ante ella. La felicidad de Meursault se halla en la corroboración de su propia existencia, saberse existente y vivir esa conciencia de ser es lo que le importa, y lo demás no tiene más relevancia que eso. “(…)ninguna de sus certidumbres valía más que un cabello de mujer (…) yo parecía tener las manos vacías. Pero yo estaba seguro de mí, seguro de todo, más seguro que él, seguro de mi vida y de esa muerte que iba a llegar”.
Meursault a fin de cuentas es un mártir que critica el estúpido e inviable camino que impone la sociedad, las reglas que ésta estipula y que no atañen al hombre, que no consideran su dimensión humana y que por consiguiente lo desnaturalizan. La muerte de Meursault es como la crucifixión de Jesucristo, una muerte, en medio de miradas de odio que no comprenden verdaderamente la situación absurda que los envuelve.
El hecho de que la historia de Camus nos remueva hasta el día de hoy es debido a que el padecimiento de Meursault es sin duda el padecimiento de muchas de las personas que habitamos este mundo, y su búsqueda, es una búsqueda que también es reconocida como tal por muchos. La mirada de Albert Camus por medio de la mirada de Meursault es la mirada de un modo de ser occidental que pierde sentido y se distorsiona conforme el tiempo avanza.
Finalmente, habiendo analizando al personaje de Albert Camus, se descubre que lo que debe de ser verdaderamente repudiado es el sistema social, que no permite vivirse como humano, y que genera en éste un sentido de no-pertenecia y provoca que su vida no tenga más sentido que su propio ser y la conciencia de éste.
Meursault pues, posee una forma de ser que es contraria al comportamiento “correcto” que estipula la sociedad absurda que lo envuelve; el personaje de la obra de Camus está en medio de un sistema que le es ajeno, que actúa de manera absurda y exige a los sujetos que vivan al margen de estas reglas ridículas que no toman en consideración la verdadera dimensión del ser humano.
Meursault no es una persona en lo absoluto incapacitada para sentir, durante el desarrollo de la obra da muestras emotivas que niegan que sea un ser desprovisto de sentimientos “por primera vez desde hacía muchos años tuve un estúpido deseo de llorar porque sentí cuánto me detestaba la gente”, “…cierta hora en la que ocurríame sentirme feliz”; es claro que los sentimientos de Meursault, su modo de sentir, posee un carácter extranjero frente a la mirada de las personas que lo rodean, es esta incompatibilidad e incomprensión, lo que puede causar que se lo juzgue como un ser carente de emociones.
Meursault tampoco es ajeno al mundo de los placeres, es decir, que no es un ser en lo absoluto, incapacitado para el goce placentero. Las relaciones que establece con otras personas tienen en cierta medida un tinte de conveniencia, por ejemplo, la relación que mantiene con María, la mantiene porque le genera placer, es claro que no ama a María, pero que ama el placer que ésta le genera; extraña el goce sexual que ella le brinda. Meursault disfruta de placeres diversos, y su vida gira, en cierta medida en torno a ellos; para comprobar esto basta con leer el siguiente extracto de la obra “Después volví a casa, dormí un poco porque había bebido demasiado vino y, al despertarme, tuve ganas de fumar. Iba retrasado y corrí para subirme a un tranvía. Trabajé hasta la tarde. Hacía mucho calor en la oficina, y cuando salí, al atardecer, gocé viniendo lentamente a lo largo de los muelles. El cielo era verde y me sentía contento. Con todo, volví directamente a casa porque quería hacerme patatas cocidas”. En el extracto se aprecia una persona que actúa conforme al placer, así, bebe en exceso, fuma, goza al caminar hacia su casa y al momento de contemplar la naturaleza. El comportamiento de Meursault entonces, está dotado de unos sentimientos que se mueven con un carácter extranjero y de una sensibilidad por los placeres bastante alta.
Muchas de las acciones de Meursault están pues, como ya vimos, vinculadas a un cálculo placentero, este cálculo dentro de su conducta puede pasar desapercibido y entenderse a Meursault como un sujeto cuyo actuar no obedece a su constitución humana, es decir, que su actuar no se rige por cuestiones que normalmente influyen en el actuar de una persona, como por ejemplo, sentimientos, placeres, etc; entonces, si Meursault posee sentimientos y disfruta de placeres, y que con esto, no es indiferente de los más básicos requisitos para no ser considerado un robot o un extraterrestre; ¿qué es
lo que lo convierte en un extranjero?; la respuesta es obvia: sus sentimientos como su cálculo para el placer, no son concebidos como naturales y adecuados por la sociedad que lo observa. Extranjero de las costumbres, de sentimientos (sus sentimientos son también extranjeros), rechazado por colocar muchas veces al placer como un fin; Meursault vivirá, y será condenado.
La muerte entonces, llega como una condena que ejerce la sociedad ante un monstruo, que genera repulsión y susto. Meursault no se arrepiente de ser como es, y no habría porqué hacerlo, y como vimos, tampoco está en capacidad de hacerlo, puesto que para arrepentirse tendría que sintonizar con un modo de ser que él no comparte.
Al final, cercano a su muerte, hace memoria de su vida y no niega el hecho de haber sido feliz: “(… )sentí que había sido feliz y que lo era todavía”. Meursault entonces es feliz, pero la felicidad que posee no obedece a dogmas religiosos, ni a la realización de ciertas conductas impuestas por la sociedad, ni a un deber ante ella. La felicidad de Meursault se halla en la corroboración de su propia existencia, saberse existente y vivir esa conciencia de ser es lo que le importa, y lo demás no tiene más relevancia que eso. “(…)ninguna de sus certidumbres valía más que un cabello de mujer (…) yo parecía tener las manos vacías. Pero yo estaba seguro de mí, seguro de todo, más seguro que él, seguro de mi vida y de esa muerte que iba a llegar”.
Meursault a fin de cuentas es un mártir que critica el estúpido e inviable camino que impone la sociedad, las reglas que ésta estipula y que no atañen al hombre, que no consideran su dimensión humana y que por consiguiente lo desnaturalizan. La muerte de Meursault es como la crucifixión de Jesucristo, una muerte, en medio de miradas de odio que no comprenden verdaderamente la situación absurda que los envuelve.
El hecho de que la historia de Camus nos remueva hasta el día de hoy es debido a que el padecimiento de Meursault es sin duda el padecimiento de muchas de las personas que habitamos este mundo, y su búsqueda, es una búsqueda que también es reconocida como tal por muchos. La mirada de Albert Camus por medio de la mirada de Meursault es la mirada de un modo de ser occidental que pierde sentido y se distorsiona conforme el tiempo avanza.
Finalmente, habiendo analizando al personaje de Albert Camus, se descubre que lo que debe de ser verdaderamente repudiado es el sistema social, que no permite vivirse como humano, y que genera en éste un sentido de no-pertenecia y provoca que su vida no tenga más sentido que su propio ser y la conciencia de éste.
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