aun en trabajo.... solo es un borrador]
Unas pequeñas ráfagas de sol traspasaban una pequeña y cuadrada ventana de fierro macizo, mientras una extraña, desconocida y normalmente solitaria figura se dibujaba lentamente en una casa increíblemente descuiadada pero acogedora. La mañana había llegado a las 5:30 de la madrugada para Jout, que se levantó de la cama, cogió sus llaves y desapareció en el horizonte como de costumbre.
Nadie lo conocía bien, era callado y su vida se deslizaba en el más indescifrable misterio; no se le conocían ni amigos ni familiares, estaba completamente solo, y al parecer, a él ya no le importaba. Su cabellera negra y ondulada cubría sus cansados ojos; mirada de agonía, reflejo de dolor inmensurable.
No gustaba de llamar la atención, evitaba cualquier contacto con la gente; era solo una sombra, experto en el arte de la inexistencia. Despreocupado de su imágen, llevaba siempre el mismo conjunto, una chaqueta negra y un jean celeste, ambos irremediablemente gastados y sucios; pero a pesar de su atuendo y de la barba y del cabello larguísimo, nunca se lo llegaba a confundir con un mendigo, y es que eso era imposible, era un desgraciado, pero su desgracia era tan superior a otras que inspiraba cierto respeto.
Aunque su vida permanecía en el anonimato, rumores se expandían como las ratas por las alcantarillas de la ciudad y deambulaban por los bares y tabernas, de mesa en mesa pululaban, en las esquinas nocturnas, en los puertos custodiados por maleantes, en los relatos de estudiantes, y en todo lugar en el que hubiese un poco de curiosidad que alimentar. Por un lado se oía que había sido un policía y que, luego de un abrupto había decidido llevar la justicia con sus propias manos, que había asesinado a tantos que llegado el momento, la locura le destrozó el alma; otros decían que era un empresario perseguido por la mafia, que capturaron a su familia y la descuartizaron frente a sus ojos; dicen los pescadores que era un capitán y que su barco se esfumó en una tempestad, dicen los extranjeros que era un vendedor de amuletos y brebajes, que podía duplicarse y estar en dos, tres y hasta cuatros lugares al mismo tiempo, , dicen, dicen..... El hecho es que quien lo ha visto realmente comparte las palabras del anciano Mefisto, dueño de la licorería San Urdino... él afirmaba que su temple era el de un condenado y su caminar creaba la perfecta ilusión de llevar a cuestas su propia alma, que tenía la mirada de un demonio, un licántropo grave que a la distancia solo era un vacío, una sombra, una imágen borrosa, pero que cuando se lo contemplaba a menos de dos metros, invocaba el terror más hondo en corazón humano.
Hombre fuerte, la perseverancia había echado raíces tan profundas, que todo acto de tenacidad sucedía en la más honda inconciencia. Ni una sola palabra escapaba, los gritos dentro de él se mordían entre sí, encerrados mediante algún conjuro.
Tal vez todas la historias que se contaban sobre él fueran ciertas, todas a la vez; la vida, la larga vida puede ser infinitamente expandida ...
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"Pandemonio, es una ciudad en la que deambulan Las Voces y en la que se aguarda eternamente al huésped, sea digno o indigno, sea bueno o malo. En su interior apretujados caídos revolotean en una sola carne, dispuestos a saltar al primer navío disponible, como una fuga de agua caliente.
Solo tendrás un segundo para decidir: Leer el Manual de la Naturaleza Doble, y dar la vida; o ser otro para siempre" El capitánTulik; José R. García.
domingo, agosto 23, 2009
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