"Pandemonio, es una ciudad en la que deambulan Las Voces y en la que se aguarda eternamente al huésped, sea digno o indigno, sea bueno o malo. En su interior apretujados caídos revolotean en una sola carne, dispuestos a saltar al primer navío disponible, como una fuga de agua caliente.
Solo tendrás un segundo para decidir: Leer el Manual de la Naturaleza Doble, y dar la vida; o ser otro para siempre" El capitánTulik; José R. García.

domingo, noviembre 18, 2012

Ensayo basado en el texto: La Teología Fundamental, Salvador Pie-Ninot (capítulo I, selección de cinco autores tratados)

La revelación es el suceso en el cuál Dios se manifiesta, revela, al hombre. En este sentido la revelación divina es una comunicación entre la dimensión humana y la dimensión divina, y nos abre a un conocimiento antes oculto pero latente dentro de nosotros mismos. La frase “conócete a ti mismo” situada en el oráculo de Delfos, puede interpretarse como una reflexión que acerca al hombre hacia la conciencia de ser mortal, y de no ser un Dios. Al reconocerse la mortalidad se avecina la humildad, y es probable que aquel, al analizarse a sí mismo, halle un espacio para lo infinito (por contraposición). “Conócete a ti mismo” como clave para avanzar hacia una revelación, es una manera de interpretar una vieja enseñanza para otorgarle fines religiosos, místicos.

Diversidad de autores han trabajado en torno a la sistematización del acto de la revelación. Efectivamente, no podemos afirmar en nuestra posición, cuál es el verdadero medio para acceder a la comunicación íntima con Dios, ni mucho menos podemos describir a la perfección (tal vez sea una imposibilidad propia del lenguaje) lo acontecido en el momento de la comunicación. No obstante, las contradicciones y la dificultad del trabajo intelectual para explicar la revelación divina, muchos autores han tal vez, llegado a un aproximación. Para unos, el peso recae más en el papel del hombre dentro de proceso, para otros es Dios la figura preponderante, y para otros son ambas partes en igualdad de acción.

1) M. Blondel
 Este autor utiliza el método de la inmanencia, en este sentido hay una pregunta que el hombre se hace a sí mismo sobre su ser, y su destino en el mundo que son anteriores a la experiencia de revelación. La revelación para Blondel tiene un carácter práctico, y es que responde a las inquietudes del ser humano, develando sus misterios más hondos. Este proceso se divide en tres etapas: La etapa de la insuficiencia del orden natural, en la que se hace patente una inadecuación de la voluntad que quiere y la voluntad querida, y el hecho de que el hombre no puede quedarse bajo los límites de la naturaleza 8siempre quiere trascenderla); La etapa de la necesidad absoluta de abrirse a la acción divina, en la que dicha apertura da esperanzas al hombre de escapar de sus limitaciones naturales, es aquí donde se forma un vínculo con la nocíón de lo sobrenatural; Y una tercera etapa en la que esto sobrenatural que puede colmar el apetito del hombre y borrar sus limitaciones de orden natural, se define mediante los dogmas cristianos, y desde la tradición cristiana responde las preguntas existenciales del ser humano.

2) Karl Rahner
  Este autor utiliza una metodología denominada “trascendental” (examina condiciones a priori del sujeto para acceder a la revelación). Además, cabe resaltar el postulado de una metafísica de la subjetividad, la cual se caracteriza por preguntar por el ser teniendo como eje de partida la interpretación personal de su sentido.
 Es posible el acto de la revelación porque el hombre es una apertura al ser, y es espíritu. La revelación solo es posible dado que el oyente de la palabra de Dios está preparado esencialmente para acceder a esta revelación, en este sentido se hace patente las condiciones a prioris en el ser humano. El horizonte del hombre logrado mediante la apertura, es infinito, pues Dios es infinito y se va a manifestar; esto justifica el hecho de que el hombre sea espíritu, ya que el espíritu no se contrapone a lo infinito. Por otro lado, el autor, nos aclara que el ser humano tiene  un cierto libre albedrío. Si bien es cierto está diseñado esencialmente para la labor de recibir la palabra de Dios; puede optar por no hacerlo. El hombre entonces puede cerrar su apertura hacia Dios voluntariamente, y abrirla luego si es que lo desea así.

3) H. U. von Balthasar
Este autor coloca la revelación en vínculo con el plano de la estética, la percepción de Dios mediante la experiencia del amor. Es así que se proponen tres vías de acceso a la revelación: La vía cosmológica en la que se resalta la identidad entre filosofía y teología (riesgo de un reduccionismo extrincesista); la vía antropológica, de la cosmología a la antropología (pero esta vez de cae en lo contrario: una inmanencia); y la tercera vía “el amor”, propuesta por el mismo autor y que salva los anteriores riesgos al abrirse a una dimensión estética.
La estética vincula al hombre y a Dios, el amor expresado en ella capacita al hombre para una superación de él mismo. Solo el amor es digno de fe, y no hay cosa que se ame más que la belleza, Dios es infinitamente bello, y por consiguiente lo amamos con todas nuestras fuerzas. Es así, el argumento de este autor.

4) Zubiri
Este autor hace hincapié en la prioridad de la realidad para que se efectúe la revelación. La realidad no puede ser desaparecida de la dimensión humana, estamos condicionados hasta cierto punto por ella y no podemos desconocerla. Existen tres momentos de la realidad como apoyo. El momento de la ultimidad, en el cual decir que algo es real es lo último que se puede postular de ello; el momento de la posibilitación, en el cual es realidad hace posible la constitución del ser del hombre; el momento de la imposición, en el cual la realidad empuja al ser humano a su propia realización.
Al estar la realidad presente en el hombre, y al aceptarla como inseparable de la existencia, se da paso al reconocimiento del fundamente de esta realidad: Dios. Dios es el que le da realidad a las cosas, al ser fundamento de la realidad misma. La realidad religiosa posee dentro de sí toda realidad menor.

5) B Pascal
Autor bastante sistemático, intenta plantear la realidad existente en tres órdenes. El orden de los cuerpos, que solo atañe a cosas materiales (entidades con masa), y el cual puede ser apreciado por medio de los sentidos; El orden de los espíritus, en el que se encuentran los hombres gracias a que poseen la facultad de pensamiento; El orden de la caridad, en el cual se percibe la revelación por medio ya no de los sentidos, ni de la razón, sino por la fe. Tenemos entonces que estos tres órdenes obedecen a dos facultades: la razón, que es esencialmente discursiva; y el corazón, vinculado a la fe, y de carácter intuitivo.
El camino a la revelación, tomando en cuenta lo anteriormente expuesto, empezará con la contraposición de lo finito y lo infinito en la vida del hombre, y tras la aceptación de que él es un mediocre que no es ni ángel ni bestia. En segundo lugar, a pesar de ser pequeño, y vivir en una cierta miseria debido a esto, la facultad del pensamiento lo rescata al darle un carácter especial que realza su figura y la reivindica. Solo la religión puede explicar mediante la revelación la situación del hombre como una “caña pensante”, y enseñarnos a ser humildes y dignificar nuestra miseria. Finalmente, en Pascal, hay un argumento llamado “de la apuesta”, que consiste en: si creo en Dios y no existe, no pierdo nada; pero si creo y en Dios y Existe lo gano todo; por lo tanto es más lógico creer a priori en Dios.

Conclusiones.

De este modo, concluimos con la presentación de precisamente, autores que intentaban pensar la revelación divina. Existen puentes entre ellos en la medida de que todos piensan en un Dios con características claramente cristianas (Dios que ama, infinito, que dignifica nuestras miserias). Sin duda, se percibe la gran dificultad que exige sistematizar los pasos hacia la revelación, así como la dificultad de explicar lo que sucede en ella; sin embargo todo esto puede lograr aproximaciones gracias a la introducción de elementos no necesariamente racionales. La fe puede hacernos comprender lo que la razón nos niega (recordemos a Pascal, y su facultad del corazón; y a Balthasar, con su vía del amor), es así que cuestiones sobre la revelación pueden ser salvadas mezclándolas con el misterio necesario que garantiza una experiencia trascendental, que rebasa nuestro lenguaje.

Con respecto a los argumentos, es difícil refutar con precisión alguno de ellos, no obstante tengo dudas con respecto a dos. El primero corresponde a Balthasar, quien formula el argumento de “solo el amor es digno de fe, y no hay cosa que se ame más que la belleza, Dios es infinitamente bello, y por consiguiente lo amamos con todas nuestras fuerzas”; este argumento me es un poco extraño (seguramente solo porque he leído el texto introductorio de Pie-Ninot), me es extraño porque Dios al ser bello, dejaría de ser el dador de sentido de ideas como la fealdad, y aún más, ¿acaso lo bello y lo feo no es más que una categoría humana, es correcto en este sentido decir que Dios es bello?. El segundo argumento es el de la apuesta de Pascal, y contra él puedo afirmar que si alguien cree en Dios, y ese Dios no existe, habrá vivido toda una vida negando ciertas cuestiones verdaderas y afirmando falsas, en este punto sí creo que habría perdido mucho, y no nada, como el autor señala. 

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