Sin duda el “Infernal Dance of all Kashchei’s subjects” es la pieza musical que más me ha atraído del mundo de la música clásica. Un texto polifónico lleno de deliciosas disonancias, instrumentos que estallan, irrumpen y recrean con una fidelidad espantosa lo que muy bien anuncia el título: una danza en el infierno.
En el comienzo de la obra surgen los metales anunciando, de la única manera en que se podía anunciar, un viaje hacia el averno. Escuchar aquellas primeras notas es sumergirse irremediablemente en aquella odisea. Los instrumentos surgen completamente impredecibles: los metales anuncian algo titánico, luego las cuerdas aparecen y crean el vértigo, la sensación de surcar los confines de lo desconocido. Stravinsky fusiona todos aquellos sonidos, los junta, los hace explotar y crea una visión de caos, de inmensidad; la ilusión de subir contra voluntad a la barca de Caronte.
Los instrumentos reconocibles en el texto son el violín, el contrabajo, el arpa, el clarinete, el oboe, el fagot, la trompa, la tuba, la trompeta, el trombón, el piano, el xilófono, los timbales; todos mezclándose, alternándose, durante toda la pieza. Los violines, y los contrabajos junto al arpa, el oboe, el clarinete y el fagot brindan el lirismo; los metales como la tuba y las trompetas anuncian sin cesar el ambiente titánico del infierno; el piano, el xilófono aparecen como si reflejasen el caos, la locura, momentos de desconexión con la realidad; y la percusión, que muy bien puede significar aquí el trote doloroso de nuestros corazones producto de aquella experiencia.
El final es como el salir de aquel mundo subterráneo, es irse alejando poco a poco de aquella visión. Se ingresa a un estado equilibrado, estado que se muestra en el “Lullaby of the Firebird”, el texto musical que sigue. El final del “Infernal Dance of all Kashchei’s subjects” lo he entendido entonces como un tránsito de un estado a otro.
Una representación que refleja aquello que desde niño temí y tuve la certeza de que tenía el poder de llevarme hacia la locura: la inmensidad. Desde pequeño tengo pánico de todas aquellas representaciones que me hagan imaginar por un momento la inmensidad; mi terror hacia las iglesias se debe a este hecho, contemplar aquellas imágenes de santos de proporciones infinitas me aterroriza. Stravinsky y su “Infernal Dance of all Kashchei’s subjects” es para mí, el equivalente a la suma de las representaciones homéricas, dantescas y nórdicas del infierno, todas resumidas en aproximadamente cuatro minutos y medio; una suma que sacude mi alma como cual condenado al hielo eterno. Llegado a este punto podría concluirse que esta pieza de Stravinsky, al tener el poder de acercar una visión de infinito, causa en mí un terror inimaginable, un terror que se supone, haría, como en el caso de los cuadros gigantes de santos, insoportable. Sin embargo este no es exactamente el caso, y es que no comprendo el motivo, pero a la misma vez que sé que la contemplación definitiva de las cosas inmensas desencadenaría en mí la locura, no puedo evitar buscar los medios que me acerquen más a esa experiencia, es como si mi espíritu, a pesar de saber que no lo puede lograr, intentara conocer la totalidad que lo rodea.
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"Pandemonio, es una ciudad en la que deambulan Las Voces y en la que se aguarda eternamente al huésped, sea digno o indigno, sea bueno o malo. En su interior apretujados caídos revolotean en una sola carne, dispuestos a saltar al primer navío disponible, como una fuga de agua caliente.
Solo tendrás un segundo para decidir: Leer el Manual de la Naturaleza Doble, y dar la vida; o ser otro para siempre" El capitánTulik; José R. García.
miércoles, julio 01, 2009
Vibraciones Infernales. “Infernal Dance of all Kashchei’s subjects”
Etiquetas:
Música Clásica,
Stravinsky
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2 comentarios:
Stravinsky. ahoar es uno de mis favoritos bien
Haz retratado fielmente el podr de este gran compositor, la fuerza de esta pieza
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